sábado, 14 de diciembre de 2013

EN CHILE YA ADVIERTEN SU DERROTA FRENTE A PERÚ EN LA CORTE DE LA HAYA

     Terminada la parte escrita del proceso judicial sobre frontera marítima, en Chile y Perú comenzamos a vivir con el fallo a la vista. Los alegatos orales sólo servirán para componer titulares periodísticos más o menos llamativos y mover los tinglados de la opinión pública según el clima político de la hora. La oportunidad es buena, por lo mismo, para un fl ashback que permita entender, con pasión atemperada y perspectiva mejor, cómo empezó la controversia. Desde ese entendimiento visualizaremos lo que ambas sociedades esperan de la sentencia, lo que cambió con los nuevos gobernantes y lo que se puede esperar para la relación bilateral en el tiempo que vendrá. 

 
LA SUERTE JURÍDICA ESTÁ ECHADA (“Alea iacta est”)
Mientras se reduce el tiempo para que la Corte Internacional de Justicia (CIJ) emita su inapelable sentencia por el diferendo marítimo, en Chile ya se escuchan voces advirtiendo que lo que se viene es una derrota jurídica en cualquiera de las tres hipótesis que se estudian en Ámsterdam, desenlace al que aseguran se llegó por la soberbia gubernamental sureña a la hora de enfrentar la solvencia de la diplomacia peruana.
“Chile pierde con cualquier solución equitativa, aunque signifique renunciar a sólo un litro de océano. Perú, por su parte, no tiene nada que perder, porque nada arriesga”, anticipa a sus compatriotas el prestigioso investigador politólogo y ex embajador chileno José Rodríguez Elizondo.
Gústese o no, en Chile saben que una de las personas que más sabe sobre la controversia jurídica sobre la delimitación marítima en la que han entrado ambos países es Rodríguez Elizondo. Y para un sector de extremistas su ensayo, titulado “La suerte jurídica está echada”, es percibido como un documento apocalíptico que les eriza la piel.
Esa intranquilidad se acrecienta cuando la prensa sureña revela que entre La Moneda y su ministerio de Relaciones Exteriores se han empezado a lanzar responsabilidades por haberse dejado arrastrar por lo que consideran una planificada estrategia diplomática que los empujó a sentarse en el banquillo de los acusados, situación que se reprochan, nunca debieron permitir.
El ensayo que acaba de publicar el director del Programa de Relaciones Internacionales de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile revela pasajes sobre el inicio, desarrollo y un eventual final del juicio en La Haya.

CONSTRUCCIÓN DE UN CASO
El estudioso subraya que la base ideológica de la demanda peruana tiene su génesis en 1977 con el libro del almirante Guillermo Faura Roig, “El mar peruano y sus límites”. “El autor-pionero sostiene que no existe tratado de delimitación marítima entre Chile y Perú y plantea, como eventual limite consensuado, una bisectriz equitativa”, indica Rodríguez.
En base “a la tesis de Faura, un grupo de expertos, bajo el liderazgo del embajador Juan Miguel Bákula, diseñó una estrategia de aproximación indirecta, de largo plazo y, por tanto “perfectible”. Poniendo el agente especial énfasis argumental en tres factores del que asegura no se tomó importancia: la estricta juridicidad de su planteamiento, la bilateralidad excluyente y la independencia de cualquier elemento histórico.
“En nuestro país no se captó que aquello era el primer paso de una estrategia integral. Tal vez por eso, el gobierno de la época no respondió y los posteriores, invocando la solidez legal y fáctica del statu quo, optaron por negar la existencia de una controversia jurídica. Así, entre el silencio y la negación simple, Chile no definió el tema como lo que era: un conflicto de poderes soberanos, vinculado a la pretensión marítima de Bolivia y con raíces en la historia del tratado de 1929″, cuestiona, sobre una estrategia que sí emprendieron y continuaron al pie de la letra los gobiernos de Alberto Fujimori, Alejandro Toledo, Alan García y hoy Ollanta Humala.
En ese sentido, como resultado parcial, indica que “Perú construyó la controversia jurídica que no existía y hoy Chile defiende, judicialmente, una soberanía que proclamaba consolidada”.

TRES VECES ALERTAS
En ese contexto enrarecido, advierte que muchos peruanos y chilenos actúan desde la emoción, como si sus razones nacionales debieran comprometer, de manera inexorable, a los jueces internacionales. Por momentos, esto ha configurado un escenario de combate virtual que, para los más exaltados, pasaría a ser real al momento del fallo.
Sin embargo el estudioso cuenta con algunos datos, que al revelarlos, a muchos peruanos de a pie llevarán a la sorpresa y a la interrogante de lo que pudo haber pasado mientras dormían tranquilamente en casa o realizaban sus labores cotidianas.
“Opinantes peruanos, entre los cuales tres ex comandantes generales del Ejército, han llamado a prepararse para una guerra, por presumir que Chile no lo acatará. Por nuestra parte, una encuesta reciente advirtió que para un 73% de los chilenos 'no se debe ceder territorio marítimo a Perú por ningún motivo'. Es decir, la política exterior oficial estaría divorciada de la opinión pública real”, advierte.

COLISIÓN DE EXPECTATIVAS
“Como resultado parcial, hoy tenemos un posicionamiento paradójico: Perú pudo construir, literalmente, un caso jurídico y Chile debe convalidar un estatus jurídico que se suponía consolidado. De esto deriva una asimetría total en las opciones: mientras Chile no tiene nada que ganar en el proceso, Perú no tiene nada que perder. Se configuró, así, un juego judicial suma cero, donde cualquier eventual equidad perjudica a la parte demandada”, advierte Rodríguez a los chilenos sobre las tres hipótesis que maneja el colegiado en Ámsterdam.
Como el autor reconoce, estas circunstancias hacen inútil especular sobre eventuales soluciones de equidad, como tener que aceptar “la bisectriz de la bisectriz”, reconocerle al Perú soberanía sobre “el triángulo exterior” o “bajar” el paralelo desde el Hito 1 hasta el que los peruanos llamamos “Punto Concordia”.
“Lo que pesa, hasta el momento, es que Chile perdería con cualquier solución equitativa, aunque signifique renunciar a sólo un litro de océano. Perú, por su parte, también perdería si la equidad fuera solo un premio consuelo”, dice Rodríguez.
Esta “dureza posicional” indica, es el fruto natural de un empeño artificial: el de delegar a 15 juristas, de distintos naciones y desde el conflicto (sin consenso), la solución de un problema político de soberanía que afecta, por lo menos a 4 países de la región. “Este modo, sumado a la falta de transparencia oficial, ha dejado un vacío de información que los ciudadanos tratan de llenar guiados por emociones incluso beligerantes”

POST HAYA
En definitiva, ante esta efervescencia incrementada por las dudas y altas o falsas expectativas, el escritor, abogado y periodista, marca el camino de lo que debe ser el objetivo más importante a conseguir post Haya, con una reflexión más extensa que aquella que utilizó Julio César para cruzar el Rubicón “Alea iacta est”, y que parafrasea en el título de su ensayo.
“En definitiva, la suerte jurídica está echada y los efectos políticos serán administrados por los actuales gobernantes. Si lo hacen con realismo, contención y renunciamiento patriótico, bien podríamos empezar a cancelar, de una buena vez, hipotecas del pasado. Para ese efecto, todos debemos tener presente aquí y allá, que las oportunidades históricas no son muy frecuentes, y por cierto, nunca son gratuitas.”
(Artículo publicado en la edición Nº 86 de la revista “El Tallán”, segunda quincena de noviembre del 2013)