martes, 29 de septiembre de 2009

EN EL DÍA DEL PERIODISTA

Eduardo Jiménez J.

Ser periodista quizás sea una de las profesiones más desvalorizadas del momento, junto a la de ser abogado y ahora último -por las negligencias cometidas-, la de ser médico. Si su hijo quiere ser periodista (o como ahora se dice pomposamente científico de los medios de comunicación) mejor lo piense dos veces y se dedique a vender sánguches y gaseosas en la playa, le irá mejor y ganará más dinero.

Lamentablemente lo ocurrido en la década de los noventa, cuando el periodismo fue comprado por la mafia fujimorista y muchos periodistas venales bajaron la cerviz al régimen corrupto, ha hecho que la profesión no sea bien vista socialmente. A ello hay que añadir a los periodistas “mermeleros”, a lo cual como hemos visto no se escapa ni el periodismo de crítica cinematográfica, donde hasta los más “serios” han sucumbido a la complacencia, sino también el poco valor informativo y crítico que el periodismo actualmente contiene. Se le han cortado las uñas, generalmente trata de congraciarse con el gobierno de turno a cambio de publicidad estatal y, salvo contadas excepciones de independencia y crítica, tenemos un periodismo bastante anodino. A eso debemos sumar a los periodistas vendidos al poder económico, que detrás de una aparente “objetividad” defienden los intereses de conocidas trasnacionales. Con el caso de la renta básica y Telefónica hemos visto saltar a muchos “hasta el techo” por el sacrosanto respeto –elevado a ícono cuasi religioso- de los intereses de la empresa española.

Sólo resta esperar tiempos mejores. Dudo que sea a corto plazo, el periodismo –como otras profesiones- está en crisis y quizás la mediocridad y complacencia sea su norte en los siguientes años.

ejjlaw@yahoo.es

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