Por: Carlos Flores
Lizana.
El tema
del que deseo reflexionar es realmente importante ya que afecta a la vida de
nuestros adolescente como a nuestra condición de padres que los queremos y que
soñamos un día verlos realizados como personas y como miembros de un Perú que
queremos.
Se trata
del alarmante crecimiento de la violencia en nuestros hogares y sobre todo en
los que participan o padecen nuestros hijos e hijas adolescentes. El número de suicidios de adolescentes por
desgracia va en aumento y estos causados por dos fenómenos muy comunes
en nuestra sociedad moderna, esto es la depresión originada comúnmente
por varios tipos y grados de violencia y al acoso escolar o llamado buling.
Lo peor
es quizás y lo desarrollaré mas abajo es que nos vamos acostumbrando a la
noticia y las instituciones tutelares que debían reaccionar con más rapidez y
eficiencia no lo están haciendo como son: la familia, la escuela y las
iglesias. Creo que debemos pasar de la reacción ante la noticia a decir
realmente qué podemos hacer mas seriamente al respecto desde precisamente estas
tres instituciones que se supone deben cuidar la vida de sus miembros. No se
trata tampoco de solo buscar culpables de este desarrollo de la violencia intra
familiar o escolar sino de entender qué esta pasando, cuales son los síntomas
con los que comienzan estos dramas y mas todavía que propuestas de solución
podemos tener para curar a tiempo este camino que tenemos tan inclinado hacia la muerte.
Muchos
especialistas dicen que las cuatro cosas fundamentales que debemos recibir y
experimentar en nuestros cinco primeros años de vida no están siendo reales,
por el contrario los divorcios, las separaciones, la inmadurez, las
enfermedades mentales y otras causas mas, hacen imposible casi que se den de
manera fluida y sostenida. Esas cuatro cosas mas allá de la literatura y las
maneras de entender que tengamos se llaman: AMOR, SEGURIDAD, COMUNICACIÓN Y
RESPETO.
No
podemos engañarnos y decir que si lo hay cuando no existen, tampoco que cada
uno tiene maneras o definiciones distintas de estas maneras de relacionarnos y
convivir.
La falta
de una de estas dimensiones de la vida humana ponen en crisis la identidad y la
sanidad de la vida plena, es decir: la vida orgánica o física de cada uno de
nosotros, nuestra salud psíquica y finalmente nuestra salud espiritual o teológica.
Mientras en nuestros hogares no haya estas cuatro “cosas” no habrá salud y por
el contrario estamos sembrando bombas de tiempo que cualquier momento nos
estallaran en la cara.
Me
pregunto, cómo no se van a deprimir nuestros hijos ni nosotros los padres lo
que mas nos preocupa es tener dinero?. Si no somos capaces de manifestarles
nuestro afecto de manera sencilla pero verdadera a los miembros de nuestras
familias? Si tenemos mas tiempo para nuestros amigos o amigas que para ellos?.
Las preguntas pueden continuar pero lo que mas debemos preguntarnos cada día es
si estamos dando o practicando esos cuatro valores que señalamos arriba.
En los
casos de muerte de adolescentes generados dentro de las instituciones
educativas lo que aparece grave es que los docentes tanto mujeres como varones,
no tengan la capacidad de darse cuenta a tiempo de ello, tampoco los padres y
otras personas cercanas a los estudiantes. Esta incapacidad muestra el creciente
desinterés por las personas y la masificación
de la educación, la falta de preparación y sensibilidad de algunos docentes, entre otras cosas.
Finalmente
quiero llamar la atención sobre la manera de informar de algunos medios sobre
estas verdaderas desgracias. Lo primero que hacen es mostrar la noticia
crudamente y en algunos casos con sadismo ya que ponen fotos y titulares que “hagan
vender el periódico” o la noticia si es en un canal de televisión. En los
textos escritos se quedan en describir con lujo de detalles el hecho y con muy
poco análisis y menos aun toma de posición. En otros casos peores hay un
tratamiento realmente banal, sarcástico o de humor negro que linda con
apreciaciones enfermizas de los hechos.
Si el autor de la violencia es una autoridad o un personaje de la
política muchos medios disimulan o modulan la noticia, mas si están
comprometidos con esos partidos. Es tan cobarde la posición que termina en
complicidad y colaborando con la impunidad de estos crímenes que se merecen
todo el castigo de la ley y la sanación social.
Nuestra
responsabilidad no es pues solo personal para que esta ola salvaje de muertes
se detenga, es de nuestras familias, las
instituciones educativas y de nuestras iglesias. Es curioso por decir algo, cómo las
iglesias no hablan mucho de esto, mostrando así que muchos de los pastores y
los teólogos en general su celibato no les sirve de mucho y que la teología es
una tarea poco realizada por padres de familia (mamás y papás), docentes y
gente ordinaria.
Carlos Flores Lizana.
cflizana@gmail.com
(Artículo publicado en
el quincenario EL TALLÁN INFORMA, Año VII - Edición Nº 75 - Sullana, enero del
2013)
No hay comentarios:
Publicar un comentario