Debido
a que la pasión nacional de los peruanos es la comida y la gastronomía, es
lógico que la jerga popular esté plagada de palabras que se comen.
Aquí
las más populares.
Dicen
que el lenguaje de la calle es un buen termómetro para retratar un país, y
cuando la pasión nacional de los peruanos es la comida y la gastronomía, es
lógico que la jerga popular esté plagada de palabras que se comen.
Las
papas y los camotes (batatas), las yucas, el arroz, los sancochados, el mango,
los pescaditos, las paltas (aguacates) o los churros, todas esas palabras se
han colado en el habla cotidiana para dar lugar a expresiones unas veces
gráficas y otras alusivas. Tampoco faltan las vulgares.
Los
no iniciados puede que "no entiendan ni papa" cuando
un joven se pone a soltar expresiones coloquiales "como cancha" (en
abundancia) y entonces "se hagan paltas" (se
molesten o avergüencen) si no cuentan con un traductor de jergas.
Entre
los tubérculos, es fácil de comprender que no conviene "mezclar papas con
camotes" o que, si "metes una yuca" o "enyucas"
a alguien, es que lo quieres mal. Nunca lo harías con alguien a quien "tienes
camote" o cariño.
No
es nada recomendable "meter cuchara" donde no
te incumbe, como tampoco "mezclar arroz con mango"
en maridajes imposibles como los que a veces trajinan los políticos, ni "tirar
arroz" a nadie, que equivale a mostrar el más absoluto desdén.
Así
que, si uno mete cuchara, tal vez le callen la boca con la frase "Este
es mi cau-cau" (asunto o negocio), en alusión al guiso criollo
hecho a base de estómago de res, o también puede que oiga aquello de que el
asunto está "frito pescadito" y por tanto no hay nada más que
añadir.
También
queda feo "hacer un apanado" a alguien, que es lo que sucede
cuando en grupo se ataca o injuria a una persona que podría entonces "paltearse"
o hacerse paltas.
Si
alguien "es un churro", y hasta "churrísimo",
se trata de un varón atractivo, y que supuestamente está para comérselo, como
estas populares fritangas de origen español.
Hay
quienes forman tremendos líos incomprensibles, en su cabeza o fuera de ella,
muchas veces por estar "aplatanados" y entonces
lo que les sucede es que tienen un tremendo "sancochado",
por el nombre del guiso donde cabe casi todo: carne, papa, maíz y verduras.
El
maíz da mucho que hablar: cuando es tierno y blanco, se llama choclo, y cuando
está seco y frito con sal, o en forma de "pop-corn", se llama cancha.
Uno puede reírse "enseñando todos los choclos", y dirá que aquello era
"como
cancha" para referirse a la sobreabundancia.
Otro
guiso peruano es la pachamanca, un singular asado de varias carnes y tubérculos
hecho a fuego lento entre piedras al rojo vivo, tan suculento que cuando uno "se
pachamanquea" es que está disfrutando en plenitud de lo que tenga
entre manos.
En
el reino de las hierbas y las frutas, sobran explicaciones para el dicho "bueno
es culantro, pero no tanto", pero lo que nadie sabe explicar
cabalmente es por qué si uno dice "qué piña" es igual a
"qué mala suerte", ni tampoco la versatilidad de "la vaina"
en todo tipo de expresiones, bien o malsonantes.
Comenta
Julio Hevia, profesor universitario experto en jergas, que esta relación tan
estrecha entre la comida y el lenguaje tiene algo de psicoanalítico y va unido
a la relación de sus paisanos con los tres placeres de la boca: comer, beber y
hablar.
Hevia
sugiere "Tres placeres que se practican sobre la marcha, no requieren de
demasiadas exigencias y suscitan en el usuario un placer inmediato e
inequívoco: la satisfacción de lo oral", en un país que "técnicamente
puede aún llamarse de cultura oral, con renuencia a dejar sus cosas por
escrito".
Una
vez traducida al español "estándar" la jerga de la comida, uno ya
puede lanzarse a entender mensajes que de otro modo podrían parecer cifrados.
"En
la actual campaña electoral, pocos políticos arrastran gente como cancha.
Ya sea por culpa de unas coaliciones que parecen arroz con mango o por el sancochado
de sus propuestas, los electores les tiran arroz. Y es que a
los políticos es difícil tenerles camote cuando ellos se dedican a meterte
yucas y a paltearse cada vez que los pillan en falta, cosas que suceden
con frecuencia cuando se descubre que, quien más quien menos, cada uno tiene su
cau-cau
escondido y, el día en que se destapa, todos se le tiran encima para hacerle un
apanado".
¿Que no lo entendieron? ¡Piñas pues!
1 comentario:
Un nutrido y sabroso artículo. Me encantó. Felicito a autor¡
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