"El
Ministerio de Cultura debería ser mucho más riguroso para entregar estas
distinciones y mostrar más consecuencia en cuanto a qué se evalúa en la
trayectoria perpetrada por distintas figuras de nuestra farándula."
Da flojera seguir tratando el
tema del racismo, pero desafortunadamente se respira en todos lados. Desde hace
algunas semanas se viene quejando alguna gente en las redes sociales sobre la
aparición de una sirenita morena y, por lo tanto, distinta a la usual en la
nueva versión de la película de Disney. Parece de risa a estas alturas del
siglo, pero abundan las expresiones de angustia por haberles cambiado la
historia “real” a sus familiares. Es como si la inclusividad les hubiera
profanado un símbolo sagrado a quienes crecieron con la sirenita blanca y
pelirroja. ¡Como si las sirenas existieran! Es tan estúpido como decir que no
puede haber unicornios negros o pegasos bayos.
Este tipo de incidentes produce
un malestar porque ya hemos pasado una y otra vez por estos temas. Y mientras
que en otros países se avizora un futuro mejor, en el Perú estamos como el
cangrejo y no propiamente el de la película, sino literal: solo vamos para
atrás.
Esto ocurre con un caso ya no de
un personaje fantástico, sino que atañe directamente a buena parte de nuestra
población. Se trata del reciente reconocimiento por el Ministerio de Cultura a
Tulio Loza Bonifaz como «Personalidad Meritoria de la Cultura».
Hace una semana, la nueva titular
de la cartera, Betssy Chávez, reconoció la trayectoria de este actor y le
otorgó el reconocimiento mencionado. La distinción fue fundamentada en la habilidad
de Loza de ser uno de los mejores referentes del humor a través de los varios
personajes que crea.
Sin embargo, debemos resaltar que
la creatividad de sus personajes (principalmente El Soldadito y Nemesio Chupaca
Porongo) no lo hace destacar como un defensor de los derechos ni la dignidad de
los pobladores andinos, sino que, al contrario, destaca la diferencia
pintoresca y trata de exaltar, particularmente en la figura de Chupaca, al
«cholo vivo». Este es realmente el meollo de por qué le otorgan a Loza Bonifaz
un premio de cultura, un personaje que perpetúa de manera tan retrógrada lo que
no es sino una estrategia de supervivencia ante la opresión blancoide, pero no
que no representa de ninguna manera una solución. Más bien, acomoda a los
indígenas, mestizos y provincianos en general como bufones de la corte
neocolonial.
Se dirá que Nemesio Chupaca nació
en un momento en que el indígena peruano apenas si tenía presencia en la
televisión. Eran los años 60 y 70 del siglo pasado y el mencionado personaje
destacaba como el «serrano pícaro» que podía hacer frente a los señorones
criollos. Sin embargo, el acriollamiento de Chupaca era una reivindicación a
medias, porque no dejaba de ser ridículo para lograr sus objetivos. Más bien se
reforzaba la imagen del indígena ladino, oportunista, sin conciencia política y
medroso finalmente del poder real. Es decir, la otra cara del estereotipo del
indígena sumiso y llorón. Ambos, finalmente, resultan denigrantes, indignos:
son creaciones desde una mentalidad colonial que sigue viendo en nuestros
pueblos originarios a personas en condición de inferioridad moral.
En su propia defensa, el MinCul
lanzó un comunicado que decía: “Precisamente, desarrolló un personaje
basado en el perfil del típico inmigrante de provincia que llegó a la capital y
lejos de ser pasivo e ingenuo, presentaba más bien actitudes de un burgués
acriollado, avispado que no se dejaba ganar por nadie. Su fórmula original, de
provinciano audaz, gustó mucho porque era algo que no se había hecho aún y que
nadie imaginaba que podría existir algún día”. Vaya explicación. ¿O sea
que ser «burgués acriollado y avispado» es un ideal al que aspirar? ¿Ese es el
reconocimiento otorgado a nuestros milenarios pueblos andinos?
Para colmo de contradicciones, el
derechismo de Loza es más que sabido, habiendo llamado al presidente Castillo
un delincuente y comunista. O sea, el MinCul se hace de la vista gorda con
respecto al trato denigrante que la derecha peruana viene machacando hasta el
cansancio (golpismo y racismo de por medio) en la figura del primer mandatario.
Luego han surgido personajes como
la Paisana Jacinta, el Negro Mama y la Chola Chabuca, que han continuado con
diversos estereotipos. ¿Llegará también el día en que Jorge Benavides, el
creador y actor que encarna a los dos primeros, y Ernesto Pimentel, a la
tercera, reciban su reconocimiento por el MinCul?
Ya déjense de hacer el ridículo:
el Ministerio de Cultura debería ser mucho más riguroso para entregar estas
distinciones y mostrar más consecuencia en cuanto a qué se evalúa en la
trayectoria perpetrada por distintas figuras de nuestra farándula. Qué tal
manera de meterse autogol.
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