Por: Carlos Flores Lizana
En varios análisis de las causas por las que no llegamos al
tope de la curva que sigue en ascenso de contagios se la señala a la
informalidad. De esa manera se quiere ocultar, me parece, otras causas más
reales e injustas por las que la pandemia nos está haciendo mucho daño, sobre
todo a los más pobres del Perú. Si escribo es buscando mejores maneras de
entender lo que pasa y no tener miradas simplistas que no ayudan para buscar
maneras más claras de responder a un problema en el que estamos unidos más de
lo que creemos. Por ejemplo, se dice que el comercio ambulatorio es una de las
razones por las que, sobre todo los que vivimos en Lima, nos contagiamos con el
virus. O que el desempleo que llega hasta el 41 por ciento de los trabajadores
del Perú, también se debe a que somos informales o tenemos empleos informales.
Otra razón por la que las ayudas del estado no están llegando a sus destinos es
porque somos gente informal ya que no tenemos cuentas en los bancos, no usamos
tarjetas de crédito, no manejamos suficientemente las nuevas tecnologías de la
comunicación etc. Finalmente, porque somos gente que no estamos acostumbrados a
respetar las normas porque somos mal educados, desobedientes, desorganizados,
sin conciencia del peligro y que hasta que no nos importa nada, y que no
queremos vivir en el fondo. Un psicólogo de apellido japonés se ha expresado
que “la gente” debe ser tratada como a las mascotas que entiendan y hagan caso
a las normas del distanciamiento físico y otras conductas que se espera para
detener el avance del virus.
En estos varios aspectos de la informalidad hay algunas
cosas que, si son ciertas, pero otras ocultan verdades tremendamente
importantes si queremos no regresar a la falsa normalidad de la vida anterior a
la pandemia. Me fijare sobre todo en el tema del empleo y de los trabajos llamados
informales muy fácilmente. Por ejemplo, las empleadas del hogar llamadas de
muchas maneras, entre las señoras que las contratan para que sirvan en la casa.
Se calcula de manera bastante modesta que en Lima hay unas 500 mil trabajadoras
de este tipo donde el 98 % no tienen, empezando, contratos, por lo tanto, no
tienen salario fijo, horario, condiciones justas de empleo, descanso,
vacaciones, seguro, jubilación, etc. En los más de 65 días que llevamos de
cuarentena ningún medio, autoridad, gremio, Iglesia ha dicho ni pio sobre su
existencia y su TRABAJO en las familias. Estas informales ¿serán la causa de
que del virus se propague más y por lo tanto son parte de los responsables de
que estemos todos mal? Por favor, ¿no
serán más bien parte de las víctimas de una sociedad que milenariamente se han
beneficiado del trabajo de estas mujeres que desde niñas ya llevan la parte más
pesada de la cruz? Bastaría leer cinco páginas del libro publicado en el Cusco,
hace años por el CBC, del testimonio de una empleada de hogar llamado “Basta”,
para conocer ese mar de dolor y humillación en la que viven mujeres peruanas
sin que nadie haga algo serio por sus derechos y que en el fondo terminan
ayudando con su trabajo para que nuestras familias, ciudades y país no se
detenga económicamente ni socialmente. Hasta el día de hoy su trabajo no se
rige por la ley general del trabajo, con esto ya entendemos que es eso.
Sigamos con mas de los llamados informales,
y pensemos en los miles de trabajadores del sector de confecciones, se dice que
el 70 % de la ropa que se fabrica en Gamarra está hecha por empresas medianas y
pequeñas. Esto quiere decir que más de un millón de trabajadores son, varones y
mujeres que igualmente que las trabajadoras del hogar, hacen ropa en talleres
sin condiciones mínimas de salud, seguridad, normas del ministerio de trabajo,
etc. Como son muchas de estas empresas familiares, se rigen por estas
relaciones ambiguas, donde tampoco hay contratos legales claros. En otros casos
los trabajadores llamados “maquileros”, es decir que se llevan a la casa los
cortes de tela y es en sus casas es donde confeccionan las prendas. Así el
empleador se ahorra de local, energía, movilidad, reparar máquinas si se descomponen,
etc. El trabajador no tiene sentido gremial y por lo tanto “no hay peligro” de
que se organicen en sindicatos ni cosas por el estilo, cosa que pasa lo mismo
con las empleadas de hogar, obviamente. Esta informalidad favorece a los dueños
de las patentes y a los que fabrican las distintas maquinas que se requieren
para completar el proceso de fabricación de la ropa. Igualmente, el gran
favorecido es el fabricante o empresario que produce las maquinas que se
requieren para la confección. El llamado trabajo auto explotado se muestra con
mucha evidencia, toda la familia trabaja, en estos sistemas de producción tan
usados y permitidos no solo en el Perú. Nuevamente me pregunto ¿serán estos y
estas trabajadores los responsables de que la pandemia y las consecuencias
económicas que nos están golpeando? Por su puesto que no, son otras víctimas de
sistema económico productivo que le conviene esta informalidad porque en
definitiva los que terminan ganando en este pandemonio (=reproducción ampliada
del capital) de relaciones económicas son ellos, es decir los dueños de las fábricas,
los banqueros que les dan el dinero para implementarlas y los que manipulan al
estado para que siga igual todo.
Si esto sucede con la fabricación de
ropa se puede decir con otros sistemas de producción tipo maquila u “obreros
negros”, como artículos para los servicios eléctricos, juguetes, y otras
mercancías que requieren de la mano directa.
Otro gran campo informal, son los
llamados ambulantes que venden de todo y en todas partes. Son miles los que
trabajan de esa manera haciendo que las mercancías lleguen al consumidor final,
que es lo que le interesa en definitiva al fabricante, el ambulante es un
trabajador que si no vende no come. En
este campo están los miles de venezolanos que tan alegremente el estado peruano
permitió entrar a nuestro país como parte de la crisis humanitaria desatada en
Venezuela. Esta realidad lo convierte en un engranaje muy importante de la
circulación de las mercancías. Si el sistema se detiene y el capital no termina
de lograr su objetivo que es crecer precisamente con la circulación y consumo
de las mercancías. Nuevamente estos informales que están entre vivir encerrado o contagiarse por salir a vender, no son el
problema, son mas bien parte de víctimas del sistema que los necesita para
abaratar costos de producción.
Finalmente pensemos en los miles de
vendedores de comida en las calles y en pequeños restaurantes, donde comen
precisamente los miles de estos obreros y empleados informales que son
explotados malamente por estas empresas y el propio estado nacional que
pareciera defender lo que llama los intereses del pueblo. Es increíble descubrir que el mismo gobierno
“terceriza” a muchos de sus empleados contratando ciudadanos peruanos tal como
si fueran estas descaradas señoronas con sus empleadas llamadas ahora “secretarias”,
o los dueños de las miles de empresas informales, de las que hemos hablado más
arriba. En el sector salud, en el ministerio de educación, en el MIDIS donde se
dice “defender los derechos de la mujer” hay cientos de empleadas con contratos
llamados CAS donde no tienen estabilidad, vacaciones, se les pide y exige que
gasten de sus salarios para los gastos de movilidad institucional, que es parte
indispensable que, para cumplir sus labores, en el llamado SAU (Servicio de
Atención Urgente) las trabajadoras tienen horario de entrada, pero no de
salida, etc. Este mismo análisis se podría aplicar a los y las trabajadores de
los mercados, empleados municipales, vigilantes, etc., etc., y concluimos que
el gobierno en sus distintos niveles se comporta igual o peor que un explotador
de la mano de obra de sus ciudadanos. Quizás por eso el peruano en general no
tiene conciencia ni amor a su patria ya que ella representada en los gobiernos
que hemos tenido, lo ha sentido como un patrón más, un gamonal, un tirano aún más
poderoso y abusivo.
Bueno creo que queda claro quiénes
son los llamados informales a los que se los quiere responsabilizar de la causa
de la difusión del virus y también de la crisis económica que ya está mostrando
sus primeras consecuencias. Cuando
pensemos en el futuro de nuestro Perú tenemos que analizar donde realmente se
generan los problemas de fondo que tenemos y quienes son los verdaderos
responsables de lo que paso y pasa hasta la fecha, en muchos de los terrenos álgidos
que se nos están mostrando críticos. La verdad y la unidad son necesarias para
que salgamos adelante. Mas honestidad y consecuencia menos mentiras o solo
critica.
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