viernes, 13 de marzo de 2015

“¿Y SI LOS CHILENOS SE MOLESTAN?”


¿Recuerdan? “¿Y si los chilenos se molestan?”, exclamó ante una pregunta periodística. De ese modo interpretaba la inclinación gallinácea de muchos de nuestros políticos y de buena parte de la llamada “opinión pública peruana” 

 Chile otra vez
Por César Hildebrandt

Ya salieron a cloquear los de siempre y a decir que el nuevo caso de espionaje “no debe alterar las magníficas relaciones que tenemos con Chile”. ¿De qué levadura está hecha esta gente? ¿De qué debilidad proceden? ¿A qué malaguas imitan?
Alan García Pérez
Allí está un tal Cisneros asustado y calmando los ánimos en RPP y allí está un tal Schiappa demostrando de qué linaje están hechos los que saludaban a Lagos y a Lynch cuando estos mandaban en la Lima ocupada.
Claro, no se trata de remover amarguras. Pero, en todo caso, ¿quién las agita? ¿Quién las hace reincidentes, quién las reactualiza?
El gobierno de Morales Bermúdez fusiló a un traidor. ¿Para quién espiaba? Para Chile. Víctor Ariza está condenado a 35 años de cárcel. ¿A quién le pasaba los datos sobre adquisiciones de la FAP? A Chile. Y estos dos marinos salidos de alguna sentina ¿a quién favorecían con sus infidencias? A Chile.
¿Y quién nos tiene comprados y revendidos por aire, mar y tierra? Pues Chile.
Me da risa ver a García “La plata llega sola” acudir a Palacio a ver cómo tratar este feo asunto. De él salió una frase que habría podido decir Mariano Ignacio Prado, el general honorario del ejército chileno que huyó en plena guerra del guano y el salitre pudriendo un apellido “ilustre”. ¿Recuerdan? “¿Y si los chilenos se molestan?”, exclamó ante una pregunta periodística. De ese modo interpretaba la inclinación gallinácea de muchos de nuestros políticos y de buena parte de la llamada “opinión pública peruana”.
Chile siempre lo ha sabido y siempre ha disfrutado sabiéndolo.
Tengo información suficiente como para decirles a los lectores de esta revista memoriosa y dada a la historia que, en el caso de los suboficiales Richard Philco Borja y Alfredo Domínguez Raffo, el plan del presidente Ollanta Humala era mantener oculta la información que propaló el noticiero de Canal 4. ¿Con qué propósito? Probablemente con el mismo afán de no entorpecer las “armoniosas relaciones” que nos ligan con el vecino del sur.
¿Saben cómo llegó la primicia a los confines de América Televisión? Pues es muy sencillo: la Marina, harta de las dilaciones y los tácitos encubrimientos, “reventó” el caso y precipitó todo el proceso.
Ahora sale Humala de lo más sensible y de lo más ofendido. Pura actuación. Si hubiese sido por él, hasta ahora ignoraríamos este nuevo episodio de intromisión y grosería.
Tenemos que agradecerles a quienes en la Marina han decidido anticiparse a cualquier maniobra que hubiese ser tramada en Palacio o en la Cancillería. Y debemos recordar algo que el pasado nos machaca: con Chile siempre habrá que tener precauciones. Chile tiene un complejo incurable respecto del Perú, una envidia ancestral no resuelta, un encono que la brutalidad de su soldadesca no sació en la guerra a la que fuimos arrastrados por Bolivia.
Cuando digo Chile no hablo de Pablo Neruda ni de Gabriela Mistral ni de Nicanor Parra ni de Vicente Huidobro ni de Isabel Allende. Hablo de la oligarquía brutal que fundó Diego Portales y encarnó, en tiempos modernos, Augusto Pinochet, el hombre que recomendó “comprar Perú porque está barato”. Como en Tarapacá en el siglo XIX.
No hablo del Santiago popular y amoroso ni del Valparaíso bello por sus colinas. Hablo de lo que se planea entre los herederos de los Baquedano: tener al Perú siempre entre miras, subordinado, abyecto si es posible, indigno siempre, robado en el mejor de los casos, débil por mandato de natura.
Señor Humala: sabemos que a pesar de sus palabras, ya no hay nada que comprobar ni nada más que investigar o dilucidar. Los dos suboficiales apresados por el aparato de la Contrainteligencia de la Marina han espiado durante un tiempo largo para Chile. ¿Qué hará usted, señor presidente, miembro de la promoción Héroes de Pucará y Marcavalle? ¿Protestará, llamará a nuestro embajador en Santiago? ¿O seguirá los consejos de Graña y Montero? Anhelantes estamos a la espera de su respuesta.