domingo, 27 de octubre de 2019

Celebran en club "Sullana" en Lima aniversario provincial

     Con un nutrido programa por el 108 aniversario de la creación política de la provincia de Sullana y el 76 aniversario de fundación del club Sullana, el actual consejo directivo presidido por el doctor Jorge Alberto Seminario Castillo, desarrollará actividades socio culturales con la participación de los sullaneros residentes en la capital de la República, contándose para ello, con el valioso apoyo del Comité de damas presidido por Ítala Raggio Hooker de Brack.
El programa incluye una NOCHE CULTURAL, que se realizará el martes 29 de octubre, con la participación del historiador Miguel Arturo Seminario Ojeda, el marino y arqueólogo Luis Ernesto Mendoza Ramírez, y el coronel e historiador Jorge Barrantes Arrese.
Sr. Jorge Seminario
Castillo
En comité de organización de las actividades, presidido por el doctor Jorge Seminario Castillo, ha estructurado el programa de la noche cultural, en la que Luis Ernesto Mendoza Ramírez disertará sobre “Arqueología en el Valle del Chira”, a partir de la valiosa colección de la que es posesionario; cabe señalar, que parte de su colección se expone en el Museo de Sullana.
El historiador Miguel Arturo Seminario Ojeda abordará una temática de historia de Sullana, enlazando el pasado en el ámbito del territorio provincial, relacionándolo con el presente, para entender los devenires de la historia; el enfoque será dividiendo la historia de Sullana, en un periodo rural, hasta 1783, y la historia urbana desde 1783 hasta el presente.
Sr. Jorge Barrantes Arrese
El Cnel. Jorge Barrantes Arrese analizará el significado de la independencia a puertas del bicentenario, tema reflexivo que comenzó a celebrarse en abril pasado, al rememorarse que el 5 de abril de 1819, fue en Supe, al norte de Lima, el lugar donde se proclamó por primera vez la independencia en el Perú, suceso que también se protagonizó en enero de 1820, en Piura, Sullana, Paita y Querecotillo.
El acto central por el aniversario de la provincia de Sullana, y por la fundación del club se llevará a cabo, el sábado 2 de noviembre al mediodía, en el local institucional, ubicado en Proveedores Unidos N° 399, Breña. Informa el presidente Jorge Seminario Castillo, quien tendrá a cargo el discurso de honor, y tras la lectura del acta de fundación del club, y de la ley de creación de la provincia de Sullana, se hará una semblanza de la provincia de Sullana, a cargo del historiador sullanero Miguel Arturo Seminario Ojeda.
Asimismo, como parte del programa, se procederá la proclamación como socios vitalicios, a los que han cumplido más de 25 años como asociados, y se hará un reconocimiento especial a los socios y sullaneros distinguidos entre los que se cuenta a los expositores de la noche cultura del 29 de octubre. La celebración por el centésimo octavo aniversario de la creación de la provincia de Sullana, concluirá con un almuerzo de camaradería, amenizado por Joselito y su orquesta.
Sr. Luis Mendoza Ramírez
Sr Miguel Seminario Ojeda
Cabe mencionar, que han sido presidentes del club Sullana, Carlos Arellano Agurto, Otoniel Pardo Núñez, Edgardo Agurto Merino, Teodoro Montero Paulini, Tomas Hurtado Vargas Machuca, Manuel Taboada Agurto, Ricarte Cortez Ruiz, Conrado Celi Rivera Florencia Vargas Rey, Mercedes Cruz Cano de Zevallos, Gustavo Morales Gallo, Mercedes Vásquez Rodríguez, Marco Seminario Castillo, y el actual Jorge Alberto Seminario Castillo, y otros sullaneros quienes han venido desarrollando una tarea asociada a la construcción del local institucional, haciendo las mejoras correspondientes, así como a la captación de nuevos asociados, continuando la huella memorable de los anteriores presidentes, en los 76 años de existencia del club.
(Artículo publicado en la revista EL TALLÁN INFORMA, edición 131, correspondiente a setiembre – octubre 2019)

lunes, 21 de octubre de 2019

Carátula revista Tallán, edición 131, octubre 2019

REVISTA EL TALLAN INFORMA
EDICIÓN 131 – SETIEMBRE - OCTUBRE DEL 2019
EN CIRCULACIÓN DESDE 15 DE OCTUBRE 2019

CONTENIDO:
- La procesión tradicional.
En homenaje al Sr. de los Milagros
- Celebran en el club Sullana aniversario provincial
- La universidad nacional de Frontera…
! Cuando retumbó el congreso ¡
- 44 años de la I. E. N° 14107 “Santa Rosa de Lima” en Piedra Rodada
- Supanos ilustres en el Panteón Nacional de los Próceres
- Plano calles de Sullana y Bellavista
- Hay golpes en la vida… tan fuertes… Yo no sé…
- Una propaganda que explota nostalgias del pasado,
Revela tendencias del futuro
- En el aniversario de la institución educativa “Las Capullanas”
- Mural artístico y cultural de Sullana

REVISTA EL TALLAN INFORMA
EDICIÓN 131 – SETIEMBRE - OCTUBRE DEL 2019
EN CIRCULACIÓN DESDE 15 DE OCTUBRE 2019

Puede adquirirla a espaldas de
 la municipalidad esquina con calle Tarapacá
También en el museo “Luis Cruz Merino” por la plaza de Armas
INFORMES AL CEL.: 996476328
  



domingo, 20 de octubre de 2019

Supanos ilustres en el Panteón Nacional de los Próceres

Por Jorge Barrantes Arrese

El Panteón Nacional de los Próceres es un santuario patriótico donde se guardan las cenizas de los beneméritos a la patria, hombres y mujeres que lucharon por la independencia, y, al lado de los restos se encuentra un sinnúmero de bustos significativos, que representan a aquellos cuyas cenizas se encuentran en otros lugares. 
Monumento en homenaje al
Gral. Francisco Vidal y Laos
en Supe

  Entre los héroes que reposan en este santuario administrado por el Centro de Estudios Histórico Militares del Perú, se encuentra el general Francisco Vidal y Laos, ilustre supano a quien se considera el primer soldado del Perú, y cuya actuación está registrada desde abril de 1819, cuando se proclamó la independencia de Supe.
Poco más de un año nos separa la celebración del bicentenario de la independencia nacional, oportunidad que permitirá que los peruanos reflexionen sobre el papel de nuestros héroes y heroínas, hombres y mujeres que dieron su vida por la patria, y que se entregaron por la independencia del país, arriesgando sus vidas por el ideal que movía sus espíritus.
Hace unos meses el Consejo Directivo del Centro de Estudios Histórico Militares del Perú, tomó la decisión de develar una placa conmemorativa por los pueblos que proclamaron la independencia, antes de la proclamación nacional del 28 de julio de 1821, y en ella se considera la proclama que se hiciera en Supe, como dio cuenta el mismo virrey Joaquín de la Pezuela, al dirigirse a las autoridades peninsulares.
Francisco Vidal y Laos, en la histórica villa de Supe protagonizó este suceso que alarmó a las autoridades virreinales, cuando comprobaron, que un grupo de valientes peruanos se atrevió a proclamar la independencia en una villa, no muy lejana de la Ciudad de los Reyes, evidenciándose que los supanos eran libertarios, teniendo un espíritu marcado por el llamado de la patria, por ser parte de una nación cuya autonomía se vio alterada desde 1532.
Los protagonistas de este suceso del 5 de abril de 1819 en Santa Magdalena de Supe, lugar donde había nacido en 1800, el general Francisco de Vidal y Laos, recordado como el Primer Soldado del Perú, y Héroe de Valdivia, fueron con él, el cacique José Castillo, Andrés Reyes, Manuel Villanueva, Cayetano Requena, Juan Franco, Juan de Aranda, Juan Fonseca, Pedro Sayán, Doroteo de los Santos, Manuel José Núñez, el padre Riquelme, y el zambo Luis Risco
Al año siguiente el 7 de noviembre de 1820, Francisco de Vidal, apoyado por otros supanos, tomó el cuartel realista de Supe, y apresaron a un escuadrón enemigo, organizando después una partida de guerrilla con la que se asedió a los realistas. 
Durante toda su vida, Vidal se distinguió por el servicio a la patria, llegando a ser su presidente; y en reconocimiento a su vida asociada al futuro del país que le vio nacer, sus restos fueron trasladados al Panteón Nacional de los Próceres. Vidal falleció en Lima el 23 de setiembre de 1863, habiendo estado encargado de la Presidencia de la República. Y desempeñado altos cargos que lo han dejado registrado en la historia nacional.
Cuando el general San Martín proclamó la independencia nacional, sin lugar a dudas, al expresar que lo hacía por el deseo de los pueblos peruanos de ser libres e independientes, no solo tomó en consideración lo protagonizado desde su arribo a Pisco, sino a todos los sucesos, que como el de Supe, eran una clara manifestación patriótica movida por el sentimiento de patria y el deseo de independencia de todos los peruanos.
Francisco Vidal y Laos fue hijo de Julián Vidal y de Ventura Laos, criollos de acendrado amor a la patria, que inculcaron en su hijo el amor que sentían por el Perú, en tiempos en que el sentimiento por la independencia nacional era tan creciente, como que se logró la proclamación de la autonomía de una nación soberana que fue admitida en el seno de los países independientes, porque sus hijos así lo querían.
Proclamada la independencia nacional por el general San Martín, el 28 de julio de 1821, se creó la Orden del Sol, como un reconocimiento de méritos para muchos patriotas, y, como las mujeres no habían sido ajenas a la lucha, el general José de San Martín programó un reconocimiento a las patricias que no fueron ajenas a la gesta de separación política del Perú con respecto a la metrópoli española.
Entre las patricias reconocidas por el Protector de la libertad del Perú, se encontró doña Ventura Laos de Vidal, la madre del Prócer de la Independencia, cuyos méritos fueron tomados en cuenta para recibir una banda de seda bicolor, blanca y encarnada, con las armas del estado en el anverso, y en el reverso, la siguiente inscripción: “Al patriotismo de las más sensibles”. El nombre de la madre de Francisco Vidal se encuentra en la placa que el Centro de Estudios Histórico Militares del Perú, develó el 11 de enero de 2003, y que fuera donada por el Consejo Nacional de Mujeres del Perú
(Artículo publicado en la revista EL TALLÁN INFORMA, edición 131, correspondiente a setiembre – octubre 2019)
Enlaces

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REVISTA EL TALLAN INFORMA 
EDICIÓN 133 – febrero - marzo 2020 
EN CIRCULACIÓN DESDE 15 DE MARZO DEL 2020
CONTENIDO:
- Lema CEP “Santa Rosa”: “Maristas, constructores de puentes y humanidad”

- EDITORIAL: El coronavirus a la vista… y Sullana ¿Qué?
- Literatura alucinante y apasionante de Eduardo Borrero Vargas
- Importancia del abogado en la sociedad de Sullana
- Historiador sullanero fue premiado por la Academia Nacional de la Historia. 
- PTAR pretende ubicar cámara de bombeo de Aguas servidas en zona de recreación
- Causas y consecuencias del alcoholismo en adolescentes
- El realismo mágico de Eduardo Alonso Mendoza
- Lámina educativa: medidas de protección básicas contra el nuevo coronavirus 2019nCoV
- Renuevan directorio de la Asociación Casa de la Cultura
- Guía clasificada de profesionales y empresarios

REVISTA EL TALLAN INFORMA 
EDICIÓN 133 – FEBRERO – MARZO DEL 2020 
SE ENCUENTRA EN CIRCULACIÓN
Puede adquirirla a espaldas de la municipalidad esquina con calle Tarapacá
TAMBIÉN EN EL CENTRO COMERCIAL “MEGA MARKET” DE LA PLAZA GRAU
INFORMES AL CEL.: 996476328

   NOTA IMPORTANTE

DADAS LAS CIRCUNSTACIAS DE SALUBRIDAD POR LA QUE ATRAVESAMOS, LA DISTRIBUCIÓN DE LA REVISTA ESTÁ RESTRINGIDA
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miércoles, 16 de octubre de 2019

La procesión tradicional


De la lectura de esta bella crónica se puede apreciar cómo José Carlos Mariátegui describe una serie de detalles propios de esta gran manifestación de fe del pueblo peruano, del misticismo de Lima, de sus cargadores, de las andas, del crujido de las varas, de los términos “duerme” y “almuerza”, de los pebeteros, de las sahumadoras y otros tan comunes para los nazarenos que pertenecemos a esta añeja institución.

LA PROCESIÓN TRADICIONAL

Es un desfile místico y tumultuoso que canta, reza y emociona.
La primavera de Lima -primavera anodina, neblinosa, gris, indefinida y cobarde- tiene dos días que resucitan súbitamente la tradición y la fe de la ciudad. En ellos la procesión del Señor de los Milagros dice la renovación y el florecimiento de la religiosidad metropolitana y hace pasar por sus calles híbridas, virreinales o modernas, una fuerte, melancólica y pintoresca onda de emoción.
La historia de los temblores pavorosos que han estremecido y quebrantado a la ciudad, auspicia el fervor de estos días místicos que en Lima siente muy acendrado y muy profundo el catolicismo que cotidianamente canta con sus campanarios y murmura en sus capillas.
La metrópoli transformada, morigerada y desteñida por el progreso se arredra cohíbe y oculta por un momento para que surja, vibre y palpite la metrópoli creyente, coronada y virreinal.
Hay en estos días una intensa resurrección del misticismo de Lima, asfixiado y sojuzgado ordinariamente por el vértigo y el olvido de la ciudad moderna. Y se parece esta resurrección a esos súbitos despertares piadosos que asaltan las almas de los hombres vueltos escépticos, fríos y cerebrales por el análisis, la vida y la duda.
Lima es una ciudad católica, pero no una ciudad ferviente.  No es una ciudad sentimental. Es solo una ciudad medrosa. Vive en ella la fe acaso por la supervivencia de la tradición y por el temor de un desamparo misterioso, ignorado y temido. La población que llora en las misiones es una población pecadora y asentimental que le tiene miedo al fin del mundo y al infierno. Y es una población débil para el amor, pero fácilmente accesible para la atrición.
Y esos dos días de su indecisa y apocada primavera exaltan de proviso su catolicismo y su piedad, y la hacen prosternarse humilde y rendidamente ante las andas del Señor Crucificado que la defiende de los temblores y que la bendice desde el viejo muro de adobe sobre el cual pintó su imagen la mano rústica de un negro del coloniaje.
La procesión del Señor de los Milagros llena de tristeza las calles de la ciudad.
Las manifestaciones de la fe de una multitud son imponentes. Dominan, impresionan, seducen, oprimen, enamoran, enternecen. La contemplación de una muchedumbre que invoca a Dios conmueve siempre con irresistible fuerza y honda ternura. El paso del Señor de los Milagros por las calles de Lima, produce una emoción muy profunda en la ciudad que se encuentra sorpresivamente invadida, por un sentimiento ingenuo, sedante y religioso.


Desde la hora en que se abren las puertas de la iglesia de las Nazarenas –hora clara, serena y luminosa- para que el Señor de los Milagros salga a las calles, hasta ahora-hora tardecina, melancólica y oscura- en que las andas se pierden en la oquedad sombría y ahumada de la misma iglesia, Lima siente las palpitaciones de una unción y de una tristeza muy acendradas, muy sinceras, muy grandes.
Para gozar esta emoción suave y candorosa, igual es guardar el desfile de la procesión en un umbral o en una esquina que asistir al ingreso de una imagen de una iglesia suntuosa o en una iglesia humilde y que unirse a la multitud que sigue al Señor de los Milagros en su peregrinación a través de las calles de la ciudad.
Pero singularmente, es grato e intenso gozarla cuando el rumor de la procesión, el canto de las campanas y el cristiano olor del sahumerio nos sorprenden dentro del hogar, de improviso, súbitamente, en una hora vulgar en que el espíritu está lejos de la devoción y la piedad.
Yo he sentido y he visto así la procesión. Yo he comprendido así lo que significa y lo que representa en la vida de la ciudad. Yo he amado así el instante en que el espectáculo magnífico de un recogimiento tumultuoso y sonoro ha cohibido y enternecido de pronto mi corazón.
Llegaron primero bajo mis balcones las voces de la gente que hacía la avanzada presurosa del desfile. Hay en las voces de la gente una entonación muy distinta de la que hay en las voces de la que viene en el grueso de él. Son más vivas, más bulliciosas, casi regocijadas. Anuncian la cercanía de la procesión con alguna alegría y con algún alborozo.
Y luego llegaron las voces de los cánticos y de las plegarias, voces femeninas, lánguidas y parsimoniosas que parece que nunca se extenuaran y nunca se fatigaran.
Lentamente llegó por fin la procesión. Su paso es moroso y tardo. La solemnidad es siempre majestuosa y sonora. No es posible concebirla apresurada e inquieta. Tiene la gravedad del gesto con que el sacerdote bendice en la misa a los cristianos y hace asperges en la mañana del miércoles de ceniza.
Acompasaba el paso de la procesión una marcha de una banda militar. La marcha era marcial y soberbia. Pero, al influjo de la decoración, se hacía religiosa y litúrgica. Y se hacía especialmente triste. Sonaba en cada acorde un latido lleno de melancolía.
Y yo supe entonces por qué el espectáculo de este desfile místico y tumultuoso impresiona tanto a las almas, enternece tanto a los corazones, silencia tanto todas las cosas y hace que los ojos lloren, que las rodillas se hinojen y que las manos se junten, por la señal de la Santa Cruz, etc.
Las andas del Señor de los Milagros.
Son pesadas, fuertes, opulentas las andas del Señor de los Milagros. Sobre ellas un arco de plata oscilante y bruñido hace un halo glorioso para la imagen del Señor, pintada en un lienzo que hace untuoso la luz de los cirios y que lleva en su envés la imagen de la Dolorosa, la triste Virgen del corazón atravesado por las siete espadas.

Mariátegui padeciendo de sus dolencias
en los últimos días de su existencia
Estas andas no pueden ser llevadas con presura. Son demasiado pesadas y afligen demasiado las espaldas de los hermanos que las cargan. Precisa llevarlas con sosiego. Y precisa que de trecho en trecho hagan alto, porque su marcha es jadeante y trémula.
Hombres fornidos, zambos, negros o mestizos, llevan estas andas. Se relevan de rato en rato. Y dejan las andas sudorosos, extenuados, exhaustos. Todos ellos son hermanos del Señor de los Milagros. Cofrades de una congregación humilde y piadosa de gentes del pueblo que tienen la misión de conducir las andas y de cuidar la cera del Señor.
Y estos hombres que sufren la fatiga de la carga no se quejan nunca. Tienen más que resignación, placer y regocijo en su trabajo. Saben que se cuenta, sobre su vida oscura y su devoción profunda, una verdadera leyenda. La leyenda de que el Señor de los Milagros se lleva todos los años a uno de ellos al cielo. Ellos piensan acaso que esta muerte es una muerte edificante y cristiana y que es casi un premio que los conduce a la bienaventuranza.
Las andas son antiguas. Año tras año las repara, pero nunca se las renueva totalmente. Tienen la agobiante y grave pesadez de la cruz. Y parece que las hicieran más agobiantes, mucho más agobiantes todavía, las flores que portan en los días de la procesión. A medida que la procesión avanza hay más flores sobre las andas. Unas son puestas en ellas con la unción de una ofrenda religiosa. Otras son aventadas desde los balcones como una lluvia mística. Y se hacen tan profusas y tan abundantes, que parecen que tornaran más fatigosa la carga de las andas.
Y estas andas, al avanzar, tienen a veces un crujido, a veces un temblor tan sólo, a veces una trepidación aguda. Hay instante en que se les ve bamboleante. Y cuando son puestas en el suelo y la procesión hace alto, para que los “hermanos” descansen o para que desde el patio de una casa o desde el atrio de un templo se cante una plegaria, estas andas tienen un sonido bronco y fuerte.
La ruta de la procesión.
La procesión tiene una ruta que es siempre la misma. La sigue desde hace muchos años. Y apenas si hace en ellas la alteración de suprimir la entrada en una iglesia. La ruta de la procesión abarca aproximadamente toda la ciudad antigua. No llega a Abajo del Puente. Pero tampoco se acerca a los suburbios aristocráticos de la Exposición. Cuando se fijó la ruta, no existían estos suburbios aristocráticos que no son los suburbios donde la ciudad se envejece, sino los suburbios donde la ciudad se renueva.


La ruta de la procesión va de un lado a otro de la ciudad. Conduce el desfile primero a la iglesia de Santo Domingo, luego a la Catedral y luego a la Concepción. Y tiene todos los años los mismos descansos. El mediodía del 18 de octubre en la Concepción. La noche en las Descalzas. El mediodía del 19 de octubre en Santa Catalina. Las gentes dicen sencillamente que el Señor “duerme” en las descalzas y “almuerza” un día en la Concepción y otro en Santa Catalina.
En la puntualidad y fijeza de esta ruta se siente un intenso latido de la tradición. Nada hay que las modifique.  Nada hay que las trastorne. Las andas van de una iglesia a otra con una exactitud invariable. Y los devotos saben siempre, más o menos, en qué sitio puede encontrárseles a tal hora y a cuál otra.
La entrada del Señor en su iglesia tiene siempre una grave solemnidad.
Cuando la iglesia es una humilde iglesia conventual, ¡cuán sencillos, inefables e ingenuos parecen los sones del campanario! Cantan en el coro las monjas enamoradas o los frailes broncos. Hay un homenaje amoroso y apasionado que vibra y resuena en el campanario y en el órgano. Cuando la iglesia es una iglesia grande y suntuosa, ¡cuán majestuosos y magníficos parecen los sones de las campanas formidables! Hay colegios de frailes que salen a recibir al Señor con la cruz alta y con los turíbulos y que entonan un cántico monótono y sonoro. Y entre ellos, a veces, tal prelado o cual obispo de orgullosos tonsura y porte arrogante o mezquino.
Y en esta ruta hay de todo. Pavimento metropolitano y pavimento suburbial. Adoquín, ripio, piedra de río o piedra barroqueña. Sendero cómodo y sendero hostil. Piso áspero y descuidado y piso suave y limpio. Aquí un techo terso que será grato para la planta desnuda del penitente; allá un trecho duro y cruel que tendrán que serle grato también por el amor de Dios y por el recuerdo de mucho que padeció Nuestro Señor en su pasión y muerte, etc., etc., etc.
Las sahumadoras, los penitentes, los “milagros”, las plegarias, los cánticos, el rosario y otras gentes, cosas y sucesos de la procesión.
El cortejo del Señor de los Milagros es abigarrado, heterogéneo, inmenso, amoroso, devoto, creyente. Es aristocrático y canalla. Junta al dechado de elegancia con el ejemplar de jifería. Hay en él dama de buena alcurnia y buen traje, moza de arrabal, barragana de categoría, mondaria plebeya en arrepentimiento circunstancial, criada y fregona humildes. Y hay por otra parte, varón pulcro y de buen tono, obrero mal trajeado y mal aseado, mendigo plañidero, hampón atrito, gallofero fervoroso y campesino zafio y rústico, todos ellos codeándose sin disgustos, grimas ni desazones.
Los zambos y los hábitos mantienen un jirón típico de la tradición. Son su oriflama, su heráldica y su pergamino. Coloran intensamente la fiesta y sus modalidades. Sin ellos sentiríase amortecimiento en una y otras. Y el hábito morado es sugerente y bello. Tiene un color lleno de sabiduría y de emoción, que es siempre un color litúrgico. Con lienzos morados se cubren las imágenes cristianas en los días de duelo de la Semana Santa. Y siempre cree haber uno visto el color morado en las cosas sagradas. Igual en el traje del prelado que en la casulla del párroco. Igual en una sacristía que en una capilla ardiente. El morado es armonioso y es amable. Y es sedante y melancólico. Seguramente la ciencia sabe que el color morado, por piadoso y bueno, no le hace nunca daño a la vista humana.
Las sahumadoras del Señor de los Milagros son cristianas sahumadoras que no emplean el litúrgico turíbulo ni el oriental pebetero. El que arde en sus manos y sopla su aliento es un incensario de plata o de nickel, que finge generalmente la figura de una pava, sin que esto se explique bien porque el pavo no es símbolo cristiano a lo que se sabe.
Las penitentes llevan vestidos de jerga unas y de tela moradas otras y acompañan la procesión con los pies desnudos. Sahúman o llevan cirios. Cantan rogativas o rezan el rosario. Y poseen casi una gravedad sacerdotal que se impone a los que van cerca de ellas. Inician el cántico o la oración, y las demás las obedecen con agrado y acatamiento, así la penitente sea pobre mulata y dama gentil quien la sigue en el rezo y el canto. Y, como hay sahumadoras y penitentes, hay también ambulantes, vendedores de cirios, cordones y estampas. Y hay también, dentro de la decoración de la fiesta, turroneros y vivanderas que portan la golosina y el manjar gratos al gusto y a la sazón limeñas.
Todo es emotivo, pintoresco, suave, melancólico y grato en la procesión del Señor de los Milagros. Los “milagros” cuentan siempre una leyenda así sean de oro o de plata, grandes o pequeños, de pulida o de torpe labor y con cifra o palabra o sin ellas. Y como los “milagros” son los cánticos. Y como los cánticos son plegarias. Y el santo rosario que tiene quince misterios y quince evocaciones y que tiene también muchas gracias y virtudes.
Dos días todopoderosos resucitan la tradición y la fe de la ciudad; desde un muro de adobe la imagen pintada por un negro esclavo nos impone a todos recogimiento y unción; Lima torna a ser la ciudad colonial de los temblores y de las rogativas; la oración católica, apostólica y romana se pasea impávida y generosa por todas las calles; la música marcial acompasa un desfile dulce y místico; revive la leyenda de los balcones floridos engalanados y festonados; los frailes y los niños cantan alabanzas en el umbral o en el atrio de una iglesia mientras el tumulto se calla; la golosina criolla da mercancía al comercio trashumante del pregón; los tranvías eléctricos y el tráfico mundano se paralizan en la calle que atraviesan las andas y su cortejo; suenan las alcancías de metal que piden limosnas y dan estampas u otras cosas benditas que sirven para librarnos de todo mal; las ingenuas palabras del catecismo vuelven a los labios; los corazones tienen ternuras acendradas y vierten los ojos lágrimas sinceras; la ciudad pecadora se arrepiente por un instante de cuanto hizo de palabras, pensamiento y obra y no fue bueno; y, sobre todas las cosas, triunfa el señorío de Nuestro Señor Jesucristo que murió en una cruz para redimirnos del pecado original. Amén. 
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José Carlos Mariàtegui La Chira, Moquegua 1894 - Lima 1930. Ensayista, político. Fundó las revistas “Amauta” y “Nuestra Época”, ésta con César Falcón y Félix del Valle, y el periódico “Labor”, colaboró con las revistas “Colónida” “El Tur”, “Claridad”, “Mundial” y “Variedades” y en los diarios “La Prensa” y “El tiempo”.
El 4 de setiembre de 1916 publicó el presente artículo titulado “La procesión tradicional”, la del Señor de los Milagros, que ganó el primer premio de un concurso convocado por la municipalidad de Lima. 
(Artículo publicado en la revista EL TALLÁN INFORMA, edición 131, correspondiente a setiembre – octubre 2019)