Son un símbolo distintivo de nuestra cultura
tallán, causaron gran admiración a la llegada de los españoles y por mucho
tiempo mantuvieron su estatus privilegiado de mando femenino.
Eran lindísimas, de espectacular presencia, rostro
bello y enigmático porte. Eran señoras, cacicas, gobernadoras, ejercían el
mando femenino en la costa norte. Más de un español venido con Pizarro
enloqueció por ellas. Incluso hay una tradición que alude a la capullana de
Pariñas, la cual habría invitado a Pizarro y los suyos a desembarcar y
compartir un agasajo.
Aparte de su belleza indiscutida, las capullanas
lucían un traje especial de color negro que también cubría la cabeza. Por su
parecido al “capuz” una prenda española de antaño se pensó que el nombre de
capullanas les había sido atribuido por los españoles debido al parecido en la
vestimenta. Felizmente María Rostworoski aclaró que en verdad el nombre, según
comprobó basada en referencias de Catacaos, viene de la antigua lengua tallán.
Prestemos atención a las expresiones de la extrañada historiadora. “En
efecto, en dicho idioma (Catacaos), se decía al hijo icuchin y a la hija
icuchin capuc, o sea que capuc debía indicar el género femenino, mientras los
sufijos lla y na eran sufijos añadidos a la raíz que indicaban posiblemente el
rango”.
Pizarro continuó navegando al sur, donde otra
capullana lo invitó a desembarcar poco antes de Trujillo. Un español, Pedro
Halcón, pidió permiso para quedarse en tierra pues se había enamorado de la
capullana. Ni a palos pudieron hacer entrar en razón. Estaba, según dicen,
completamente hechizado.
Las capullanas podían cambiar de marido a su
voluntad y cuantas veces quisieran. Ellas se fueron sucediendo hasta bien entrado
el siglo XVIII. La referencia más tardía habla de Carmen Colan, capullana con
vista al mar, que ejerció el mandato hasta 1871. Ellas mantuvieron sus
privilegios femeninos hasta bien entrado el virreinato. El cronista Martín de
Morúa cuenta haber visto a fines del XVI o comienzos del XVII, maridos
abandonados por ellas.
Para realizar esta imagen, se utilizó iconografia
tallán encontrada en huacos del valle del Río Chira, para colocar en su vestido
o capuz de color negro, y corona de oro en forma de luna, símbolo de la
mujer.
El rostro se basó en una guapa sullanera de rasgos
típicos tallanes, cuya fisonomía es diferente a las otras etnias. pues la mujer
tallán es de rasgos finos y silueta esbelta, cutis terso y cabello lacio y
negro y/o castaño oscuro, según se han encontrado en entierros en la
región
Por Eduardo Alonso Mendoza
Con colaboración del Sr Efrain Trelles
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