miércoles, 5 de septiembre de 2012

Al maestro y amigo Arturo Serra...

En el mes de agosto del año 2004 ex alumnos santarrosinos de la promoción XXVII homenajearon al recordado profesor don Arturo Serra Casanova, agasajo que se realizó en casa de Alfredo Acha Ramos. Me enteré de este homenaje en mi visita que le hice a don Arturo, en busca de remembranzas del colegio Santa Rosa, mostrándome un álbum de fotos donde celosamente y en forma exclusiva ha puesto el mensaje que le ofrecieron  sus ex alumnos así como las fotos que se registraron en esa ocasión.
Los años 60 son considerados como los años maravillosos en el siglo pasado y nos tocó, para suerte de esta generación, entre otros aspectos, recibir una muy buena educación y en homenaje a esa  plana de profesores y los inolvidables hermanos maristas de aquella época y por esa exclusiva educación que recibimos, transcribo fragmentos del discurso elaborado por los compañeros santarrosinos de la promo XXVII 
(Luis F. Adrianzén A., promoción XXV)

Al maestro y amigo Arturo Serra…
Integrantes de la promoción XXVII.
Arturo Serra mostrando el plato recordatorio
Hace nueve años nos reunimos para recordar el XXV aniversario de haber egresado de las aulas maristas. Tú no pudiste venir por motivos de salud. Cómo extrañamos aquella noche tu presencia para poder demostrarte el gran aprecio que te tuvimos y que te tenemos. Y desde aquel momento quedó, algo así como una espina en el corazón y que hoy después de varios años la hemos sacado. Porque hoy, un grupo de ex alumnos de la XXVII promoción del glorioso colegio Santa Rosa, que hablamos en nombre de todos vamos a poder compartir unos momentos juntos para poder demostrarte lo que tú significas en nuestras vidas.
Hoy afloran aquellos viejos recuerdos cuando a comienzos de la década de 1960, entramos por aquella vieja puerta de madera que había en el patio de primaria, al lado de una compuerta para regar los árboles y donde muchos niños mayores se distraían cogiendo renacuajos. Y frente a ella una hilera de árboles similares a los ficus, de donde caían unos frutos similares a pequeñísimas piñas que llenaban aquella poza de tierra que se convirtió durante años en escenario de nuestras batallas de trompos y boliches
Y aquel primer día de clase cuando nos ordenaron subir la escalera y formar fila frente a nuestro primer y viejo salón, situado frente a la antigua piscina, frente a nosotros se encontraba un hombre joven, rubio y apuesto, que nos decía con gran cariño que entremos al salón. Era Arturo, que a partir de aquel momento se convirtió en nuestro gran amigo.
Cómo olvidar al hombre que durante varios años muchos de nosotros vimos, durante los primeros días de clase, tratar con ternura a aquellos niños que llegaban por primera vez al colegio y algunos lloraban bajo de los añosos almendros. Y era Arturo, quien se acercaba a ellos, pal- meándoles la cabeza les hablaba, los convencía y los acompañaba a su salón.
Cómo no recordar al maestro que nos dio las primeras lecciones de historia, geografía y naturaleza. Al maestro que nos enseñó a multiplicar y dividir.
Cómo olvidar al ser humano que se emocionaba cuando nos escuchaba recitar la primera poesía de un profundo contenido: “La flor y la nube”
Cómo no recordar al maestro cuyos ojos vimos enrojecerse cuando nos escuchaba recitar esa hermosa poesía “Madre”.
Cómo olvidar al amigo que durante varios años nos acompañó con su presencia en nuestros partidos de fulbito. Al amigo que nos puso las “chapas” que durante nuestra vida escolar nos acompañaron.
Cómo olvidar aquellos años maravillosos de la época de oro del “Santa Rosa” con grandes educadores europeos y peruanos como Arturo. Cómo olvidar, Arturo, aquellos años cuando el colegio ganaba los juegos florales escolares. Cuando ganábamos el gallardete en los desfiles escolares. Éramos premiados como la mejor banda escolar. Teníamos el mejor equipo de baloncesto del departamento. Años en que las generaciones de aquel entonces, juntos con los hermanos maristas construimos la pis- cina que hoy es orgullo del colegio.
Cómo olvidarte a ti y a tu “Santa Rosa”. El “Santa Rosa” de los Gómez con sus máscaras protectoras sacando la miel de las colmenas. Cómo olvidar al “Santa Rosa” del “viejo” Román y sus “cachos con papa”. Cómo olvidar al “Santa Rosa” de Gino Grossi armando su museo. Cómo olvidar al “Santa Rosa” del cura Narciso y su escuela de títeres. Cómo olvidar al Santa Rosa de aquellos grandes directores: Benito Sanz, Ticó, Amelio Carducci y Tomás Rabanal. Cómo olvidar al “Santa Rosa” de Gil Sastre y su librería ubicada en una de las ventanas frente al patio de media, donde presurosos corríamos a comprar la revista “Avanzada” y enterarnos de las últimas aventuras de Coco, Vicuñín y Tacachito. Cómo poderte olvidar a ti y a nuestro “Santa Rosa”.
Años después cuando retornamos al colegio a participar de las actividades de nuestros hijos, las viejas aulas ya no estaban, fueron demolidas para dar paso a otras modernas. Esa es la vida, Arturo, ahí estaban nuestros hijos para negarnos y superarnos. La vida es dialéctica, todo pasa y todo fluye… pero lo único que no pasará es el cariño y el aprecio que te tenemos.
Hace algunos días cuando te visitamos en tu casa, pudimos apreciar que tus valores se habían cimentado. Pensamos que íbamos a encontrar a un Arturo un tanto resentido de su fe, porque la vida le quitó a un ser que amaba mucho, su nieto víctima de la violencia que asola el país. Nos sorprendimos cuando nos dijiste “Fue una decisión del Señor, nada en la vida sucede sin que él lo decida”. Qué grande que eres Arturo, nos sentimos orgullosos de haber sido tus alumnos.
Arturo, cuando cualquiera de nosotros nos acerquemos a la hora letal y nos comencemos a preparar para ser polvo en alguna lejana estrella o en el ala de una hermosa mariposa, las viejas creencias dicen que en aquel momento los seres humanos recordamos los momentos felices de nuestra vida… y tenlo por seguro, Arturo, que tú estarás ahí presente, porque siempre vivirás con afecto y cariño en nuestros corazones.

(Artículo publicado en el quincenario EL TALLÁN INFORMA, Año VI - Edición Nº 68 - Sullana, primera quincena de agosto del 2012)

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