lunes, 25 de mayo de 2020

¿Es la informalidad la causa de todos los males?

Por: Carlos Flores Lizana

En varios análisis de las causas por las que no llegamos al tope de la curva que sigue en ascenso de contagios se la señala a la informalidad. De esa manera se quiere ocultar, me parece, otras causas más reales e injustas por las que la pandemia nos está haciendo mucho daño, sobre todo a los más pobres del Perú. Si escribo es buscando mejores maneras de entender lo que pasa y no tener miradas simplistas que no ayudan para buscar maneras más claras de responder a un problema en el que estamos unidos más de lo que creemos. Por ejemplo, se dice que el comercio ambulatorio es una de las razones por las que, sobre todo los que vivimos en Lima, nos contagiamos con el virus. O que el desempleo que llega hasta el 41 por ciento de los trabajadores del Perú, también se debe a que somos informales o tenemos empleos informales. Otra razón por la que las ayudas del estado no están llegando a sus destinos es porque somos gente informal ya que no tenemos cuentas en los bancos, no usamos tarjetas de crédito, no manejamos suficientemente las nuevas tecnologías de la comunicación etc. Finalmente, porque somos gente que no estamos acostumbrados a respetar las normas porque somos mal educados, desobedientes, desorganizados, sin conciencia del peligro y que hasta que no nos importa nada, y que no queremos vivir en el fondo. Un psicólogo de apellido japonés se ha expresado que “la gente” debe ser tratada como a las mascotas que entiendan y hagan caso a las normas del distanciamiento físico y otras conductas que se espera para detener el avance del virus.

En estos varios aspectos de la informalidad hay algunas cosas que, si son ciertas, pero otras ocultan verdades tremendamente importantes si queremos no regresar a la falsa normalidad de la vida anterior a la pandemia. Me fijare sobre todo en el tema del empleo y de los trabajos llamados informales muy fácilmente. Por ejemplo, las empleadas del hogar llamadas de muchas maneras, entre las señoras que las contratan para que sirvan en la casa. Se calcula de manera bastante modesta que en Lima hay unas 500 mil trabajadoras de este tipo donde el 98 % no tienen, empezando, contratos, por lo tanto, no tienen salario fijo, horario, condiciones justas de empleo, descanso, vacaciones, seguro, jubilación, etc. En los más de 65 días que llevamos de cuarentena ningún medio, autoridad, gremio, Iglesia ha dicho ni pio sobre su existencia y su TRABAJO en las familias. Estas informales ¿serán la causa de que del virus se propague más y por lo tanto son parte de los responsables de que estemos todos mal?  Por favor, ¿no serán más bien parte de las víctimas de una sociedad que milenariamente se han beneficiado del trabajo de estas mujeres que desde niñas ya llevan la parte más pesada de la cruz? Bastaría leer cinco páginas del libro publicado en el Cusco, hace años por el CBC, del testimonio de una empleada de hogar llamado “Basta”, para conocer ese mar de dolor y humillación en la que viven mujeres peruanas sin que nadie haga algo serio por sus derechos y que en el fondo terminan ayudando con su trabajo para que nuestras familias, ciudades y país no se detenga económicamente ni socialmente. Hasta el día de hoy su trabajo no se rige por la ley general del trabajo, con esto ya entendemos que es eso.

Sigamos con mas de los llamados informales, y pensemos en los miles de trabajadores del sector de confecciones, se dice que el 70 % de la ropa que se fabrica en Gamarra está hecha por empresas medianas y pequeñas. Esto quiere decir que más de un millón de trabajadores son, varones y mujeres que igualmente que las trabajadoras del hogar, hacen ropa en talleres sin condiciones mínimas de salud, seguridad, normas del ministerio de trabajo, etc. Como son muchas de estas empresas familiares, se rigen por estas relaciones ambiguas, donde tampoco hay contratos legales claros. En otros casos los trabajadores llamados “maquileros”, es decir que se llevan a la casa los cortes de tela y es en sus casas es donde confeccionan las prendas. Así el empleador se ahorra de local, energía, movilidad, reparar máquinas si se descomponen, etc. El trabajador no tiene sentido gremial y por lo tanto “no hay peligro” de que se organicen en sindicatos ni cosas por el estilo, cosa que pasa lo mismo con las empleadas de hogar, obviamente. Esta informalidad favorece a los dueños de las patentes y a los que fabrican las distintas maquinas que se requieren para completar el proceso de fabricación de la ropa. Igualmente, el gran favorecido es el fabricante o empresario que produce las maquinas que se requieren para la confección. El llamado trabajo auto explotado se muestra con mucha evidencia, toda la familia trabaja, en estos sistemas de producción tan usados y permitidos no solo en el Perú. Nuevamente me pregunto ¿serán estos y estas trabajadores los responsables de que la pandemia y las consecuencias económicas que nos están golpeando? Por su puesto que no, son otras víctimas de sistema económico productivo que le conviene esta informalidad porque en definitiva los que terminan ganando en este pandemonio (=reproducción ampliada del capital) de relaciones económicas son ellos, es decir los dueños de las fábricas, los banqueros que les dan el dinero para implementarlas y los que manipulan al estado para que siga igual todo.

Si esto sucede con la fabricación de ropa se puede decir con otros sistemas de producción tipo maquila u “obreros negros”, como artículos para los servicios eléctricos, juguetes, y otras mercancías que requieren de la mano directa.

Otro gran campo informal, son los llamados ambulantes que venden de todo y en todas partes. Son miles los que trabajan de esa manera haciendo que las mercancías lleguen al consumidor final, que es lo que le interesa en definitiva al fabricante, el ambulante es un trabajador que si no vende no come. En este campo están los miles de venezolanos que tan alegremente el estado peruano permitió entrar a nuestro país como parte de la crisis humanitaria desatada en Venezuela. Esta realidad lo convierte en un engranaje muy importante de la circulación de las mercancías. Si el sistema se detiene y el capital no termina de lograr su objetivo que es crecer precisamente con la circulación y consumo de las mercancías. Nuevamente estos informales que están entre vivir encerrado o contagiarse por salir a vender, no son el problema, son mas bien parte de víctimas del sistema que los necesita para abaratar costos de producción.

Finalmente pensemos en los miles de vendedores de comida en las calles y en pequeños restaurantes, donde comen precisamente los miles de estos obreros y empleados informales que son explotados malamente por estas empresas y el propio estado nacional que pareciera defender lo que llama los intereses del pueblo.   Es increíble descubrir que el mismo gobierno “terceriza” a muchos de sus empleados contratando ciudadanos peruanos tal como si fueran estas descaradas señoronas con sus empleadas llamadas ahora “secretarias”, o los dueños de las miles de empresas informales, de las que hemos hablado más arriba. En el sector salud, en el ministerio de educación, en el MIDIS donde se dice “defender los derechos de la mujer” hay cientos de empleadas con contratos llamados CAS donde no tienen estabilidad, vacaciones, se les pide y exige que gasten de sus salarios para los gastos de movilidad institucional, que es parte indispensable que, para cumplir sus labores, en el llamado SAU (Servicio de Atención Urgente) las trabajadoras tienen horario de entrada, pero no de salida, etc. Este mismo análisis se podría aplicar a los y las trabajadores de los mercados, empleados municipales, vigilantes, etc., etc., y concluimos que el gobierno en sus distintos niveles se comporta igual o peor que un explotador de la mano de obra de sus ciudadanos. Quizás por eso el peruano en general no tiene conciencia ni amor a su patria ya que ella representada en los gobiernos que hemos tenido, lo ha sentido como un patrón más, un gamonal, un tirano aún más poderoso y abusivo.

Bueno creo que queda claro quiénes son los llamados informales a los que se los quiere responsabilizar de la causa de la difusión del virus y también de la crisis económica que ya está mostrando sus primeras   consecuencias. Cuando pensemos en el futuro de nuestro Perú tenemos que analizar donde realmente se generan los problemas de fondo que tenemos y quienes son los verdaderos responsables de lo que paso y pasa hasta la fecha, en muchos de los terrenos álgidos que se nos están mostrando críticos. La verdad y la unidad son necesarias para que salgamos adelante. Mas honestidad y consecuencia menos mentiras o solo critica.

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